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miércoles, 22 de octubre de 2008

Historias Extremas

San Pedro de Colalao, donde existía antiguamente una encomienda de indios colalaos. Con el tiempo, se impusieron el verdor del paisaje y el clima beneficioso: así San Pedro se convirtió en un lugar de descanso y turismo, abrazado por el curso de los ríos montañosos Tipa y Tacanas, que refrescan el intenso calor del verano. La iglesia de San Pedro alberga sin duda una curiosidad: se trata de una campana que tiene más de tres siglos, hecha en aleación de oro, hierro y cobre y traída por los jesuitas allá por el siglo XVII. Nadie sabe cómo, hace años la campana simplemente se perdió durante una tormenta... y nadie sabe cómo, fue recuperada en el lecho del río en 1980. Hoy, sus 87 kilos de metal se exhiben en el atrio de la iglesia.

Para el viajero con aficiones de investigador, el interés de San Pedro de Colalao está en sus yacimientos arqueológicos: se encontraron aquí testimonios de las culturas Ayampitin, Ampajango y Candelaria, y el museo local conserva varios petroglifos de interés. Al recién llegado, lo primero que se le muestra es Piedra Pintada, una enorme roca de tres metros de largo y 1,60 metro de altura, enterrada unos dos metros por debajo del nivel del terreno, y plantada en una meseta rodeada de ríos. Una hora y media lleva la caminata desde el pueblo, pero vale la pena: la piedra no sólo impacta por el tamaño, sino sobre todo por las figuras talladas en los costados y el mortero que se encuentra en una de sus caras. Como en tantos otros casos, aunque las figuras recuerdan a veces las formas de animales, sobre su significado sólo hay conjeturas. El otro lugar cargado de misterio es Tiu Cañada, un paraje cercano al pueblo donde se levantan una gran piedra central y otras a su alrededor, formando lo que se cree un calendario solar erigido en piedra. Probablemente, según los expertos, gracias a estas piedras los aborígenes podían guiarse para los tiempos de cultivo y trabajo de la tierra. Saliendo de aquí, se pueden emprender varias excursiones y caminatas por los alrededores: a pie, en bicicleta, a caballo, todo depende de los tiempos del viajero y su plan de viaje.

Entretanto, historia aparte, la vocación turística de San Pedro de Colalao se revela en la frecuencia de sus fiestas: en San Pedro, la humita, el quesillo, el caballo peruano, la nuez y el locro son motivos de otras tantas celebraciones regionales, además de las fiestas patronales que se realizan durante este mes de junio. Cada una de estas fiestas permite además acercarse a las especialidades regionales, a veces intactas desde hace siglos, pensando que tal como las comemos hoy las comieron los habitantes de esta región tucumana en tiempos en que el turismo ni siquiera se había inventado.


Por Graciela Cutuli- Pagina/12

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